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lunes, 25 de octubre de 2010


CONFESIONES DE UNA NINFOMANA


Natalia Alarcon

El día que perdí mi virginidad empezó siendo uno de los peores días de mi vida, pero termino siendo el día en que conocí el enorme placer del sexo.

Todo empezó con un no sé, la indecisión al decidir si quería tener mi primera relación sexual con un amigo de mi hermana 8 años mayor que yo. – ¿quieres tener sexo? Me pregunto él, - No sé. Le respondí, para el eso fue una respuesta afirmativa. Con fuerzas tomo mi cara y comenzó a besar todo mi cuerpo, comenzó por mi cuello, en ese momento me excite, pero cuando empezó desesperadamente a quitarme la ropa, uní todas mis fuerzas para oponerme, me había arrepentido, pero ya era demasiado tarde, Antonio estaba demasiado encendido para dejarme virgen. El saber que me oponía lo excitaba mas, me tomaba las manos con fuerza, me quito la ropa a la fuerza, yo solo lloraba y le rogaba que no siguiera, ya no era excitante, era agonizante, pero entre más me oponía parecía gustarle aun mas.

Antonio me tapo la boca para que no gritara, y sin ningún tipo de preámbulo me penetro, de la manera más basta y salvaje que pudiera existir. Sentí un profundo dolor y la impotencia de no poderme desprender, me desgarraba el llanto

- ¡Ya por favor detente! Le gritaba, envuelta en un mar de lagrimas

- ¡Cállate! Después me lo vas a agradecer

Lo que nunca pensé fue que esas palabras tuvieran algún sentido, pero hoy lo entiendo, y le doy gracias por permitirme conocer una de las maravillas del mundo, el sexo.

- ¿Te gusto? -Me pregunto.

Asqueada, solo lo miraba con odio, tenía unas infinitas ganas de matarlo, antes que pudiera responderle, se levanto, se abotono sus jeans y se fue, dejándome tiraba en el piso y con una sensación aun peor. Sentía que quería más, pero no lo podía tener porque mi autor se había marchado.

Empecé a sentir unas cosquillas extrañas que provenían de mi órgano genital, cada vez que me acordaba de cómo Antonio me había hecho suya, las cosquillas incrementaban, y el deseo de tocarme se hizo latente, quería que Antonio regresara y lo hiciera otra vez.

De mi virginidad solo queda el recuerdo, Antonio había creado un monstro sediento de sexo. A él no lo volví a ver jamás, mi hermana me dijo que se había ido a vivir a España, me imagine que creyó que lo iba a delatar y decidió huir, lo que no se imagina es que todas las noches venia a mi mente el momento en que me violo, deseando que pasara otra vez.

Tengo que confesar que soy ninfómana, no paro de tener sexo, lo hago alrededor de 5 veces al día y con diferentes personas, ya hasta siento que se me están acabando los hombres. Lo he hecho en el baño, en el ascensor, en un salón de clases, en la cocina, hasta en el cine. Siento un deseo insaciable que nada lo puede satisfacer por eso siempre busco más y más, no me canso, ni me arrepiento. Sé que estoy enferma pero no me importa. Mis victimas han sido policías, primos, amigos, tenderos, niños, profesores, y un monaguillo, he probado de todo y creo que aun me falta.

Mi mama dice que necesito ayuda, y tiene razón pero buscarla no está en mis planes, me lo dijo cuando me encontró en su cama con el hijo menor de su mejor amiga que apenas tiene 13 años.

- ¡Me das asco enferma! Me grito llorando

A lo cual no le preste atención, le mostré el dedo medio y continúe con mi labor con Josecito, quien parecía estar en las nubes con su primera relación sexual con alguien 4 años mayor que él.

Tengo Sida, ya no tengo casi fuerzas para tener sexo, pero aun así lo sigo disfrutando, nadie sabe que tengo esta enfermedad, si lo digo al mundo creo que nadie querrá tener sexo conmigo, de solo pensarlo me dan ganas de matarme. Prefiero morir antes de dejar de fornicar, nadie lo sabe. Mi mama me ha dicho me ve extraña. – Verónica te ves muy pálida, pareces enferma – me dice mi mama – Mama son tus ideas, yo estoy perfecta. Le respondo cuando comienza a atacar.

Sé que estoy infectando al mundo, pero mi nivel de humanidad no es tan grande como mis deseos de sexo. Soy ninfómana sí, tengo sida, también, se que moriré, pero moriré haciendo lo que más me gusta, moriré teniendo sexo.

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